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Azotado... envilecido...
Atado de pies y manos
¡Qué trato tan inhumano
el que te han dado Señor!
Sobre tu espalda, las cuerdas
marcaron surcos de sangre
¡Qué ingratitud tan cobarde
a cambio de tanto amor!
A esa Columna bendita
que ataron tus sufrimientos,
atarme también querría
y pasar tanta agonía
¡Como tú pasas tormentos!
Porque creo que eres la gloria
y que todo me lo has dado
y me está volviendo loco
verte morir poco a poco
¡En esa columna atado!
(del Pregón de la Semana Santa 2000. Maestro Salvador Guerrero)
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